Finde Serbio Rural

Sí lo sé, suena rarísimo el título que he elegido para el post de hoy, pero todo tiene una explicación. Vereis, hace muucho, pero muucho, bueno no tanto, unos 4 meses más o menos, fui de viaje a Serbia gracias al trabajo de mi marido. ¿Recordais aquel mini post titulado La ciudad Blanca espera? Pues era Belgrado.

Fue un viaje algo accidentado, bueno aquí si puedo decir que lo fue mucho, porque por un retraso en el primer vuelo, perdimos la escala, medio día de viaje y las maletas… Que recuperamos el día antes de volver, nosotros al menos, otros compañeros de viaje las recuperaron en un día y otros ya de vuelta en Madrid.

A pesar, o gracias a aquel retraso, hicimos un grupo de amigos estupendo, la parte masculina ya se conocía muy bien, pero la femenina a medias, unas éramos ya amigas otras lo fueron a partir de entonces, pero más majas todas… Y todos.

Como me diría una de las chicas ¿ya vas a empezar con lo de que antes todo esto era campo? Pues no, pero me trae tan buenos recuerdos… Pero a lo que iba este post, queríamos reunirnos el grupillo de nuevo, pero esta vez con nuestros vástagos, así que tras nmil whatsapps, y algunos cuentos mails en septiembre reservamos una casa rural en la zona de Valdepeñas, y hace dos o tres semanas empezamos con la logística para organizarnos tareas, comidas, turismo…

Ha sido un finde espectacular, y no sólo porque ha hecho un Puente de Todos los Santos primaveral, sino porque los enanos han congeniado tan bien como lo hicimos los papás y lo hemos pasado fenomenal.

El jueves tras la exaltación de la amistad y distribución de habitaciones, empezamos a darle caña al jamón de 8 kilos, aunque alguna no lo creyera el pobre volvió en el hueso, al queso, el pan tumaca, y todas las viandas «facilonas» que habíamos marcado para la toma de contacto. Sin olvidarnos del postre claro, y no fue cosa mía era un pedazo de flan de coco que quitaba el sentido.

El viernes fuimos a visitar una bodega ecológica de la zona, uno de los dueños llegado hasta esa comarca desde San Sebastián, nos la enseñó de arriba a abajo, por dentro (literalmente ya que los niños hasta jugaron dentro de uno de los contenedores de vino, vacío eso sí). Catamos los caldos y volvimos a la casa a comer, descansar, jugar, reir, darnos caña y más comer y beber, más jugar, probamos los productos Mary Kay de nuestra Rosa…

Hasta que llegó mi turno con los enanos, se disfrazaron de brujas, monstruos, vampiros y adornamos el salón de la casa. También les llevé galletas para decorar con fondant para que se prepararan su merienda de Halloween, creo que lo pasaron genial decorando y comiendo, catando, probando con murciélagos, fantasmas, calabazas y momias. De un mismo cortador cada niño ideaba un personaje para sus galletas. Yo también lo pasé fenomenal ayudandoles a cortar o afinar el fondant. Vale a comer galletas también ayudamos los papás.

Por la noche les preparamos un menú monstruoso y con unos fantasmillas / pingüinos/ yoqueséqué y para los mayores concurso de tapas.
Cada pareja preparó una tapa y aunque tanto comer durante el día no nos dejó disfrutar tanto como hubiéramos querido de la degustación, la tapa ganadora fue clara la Tosta de Cecina con Foie y Huevito de codorniz que prepararon Sara y Gonzalo, from Valladolid (si hubiera sido la semana que viene hubieramos dudado de si la traían del Concurso que se está celebrando en esta ciudad) Perdonad que no ponga foto pero estaba ocupada zampándomela.

El resto del finde transcurrió comiendo, vale a veces hubo paseos, siestas, excursiones, patinaje calle arriba y calle abajo, momentos de conversación con las sillas en la puerta de la casa como antaño hacían nuestras abuelas, pero con menos edad que ya estoy oyendo a la Baby… Y moscas, muchas moscas.

En resumen un puente GRANDE como la casa, que estaba fenomenal, equipada totalmente tanto las habitaciones, como la cocina, el patio, la zona de barbacoa, la chimenea del salón… el toque vintage, todo genial