Este verano las vacaciones las hemos dividido y podemos decir que hemos disfrutado bastante más de ellas, ya que la verdad ha sido que las dos tandas han cundido bastante.
La primera etapa la pasamos en el norte de España, en Santoña para ser más exactos. Ya habíamos estado por la zona hace unos años pero nos había quedado un tramo de costa entre Bilbao y Comillas sin conocer a fondo.
Pasamos unos días estupendos con los niños en la playa buscando cangrejos, pececillos o simplemente viéndolos saltar las olas. También fuimos a Cabárceno, un zoo natural muy recomendable. Volvimos a Bilbao y disfrutamos de los fuegos artificiales de las Fiestas del Carmen. También paseamos en trenecillo por la península de la Magdalena y en barco desde los acantilados cercanos a Santoña hasta Laredo.
La segunda etapa fue ya en Agosto, y por cambiar el destino esta vez fue el sur, Calañas, un pueblecito cerca de las minas de Río Tinto al que llegamosnpara pasar unos días con amigos. Nos juntamos cuatro familias con lo que éramos 8 adultos y 13 niños de entre 9 años y 6 meses, vamos que el aburrimiento ni siquiera se pasó a saludarnos.
Allí disfrutamos de lo lindo padres e hijos, cada uno a su estilo claro. Lo bueno fue que los pequeños hicieron piña rápidamente y siempre estaban dispuestos a cualquier plan que les propusiéramos, ir a recoger hortalizas a un huerto, jugar en la playa, ponerse unos arneses y hacerse un circuito a 5 metros de altura… Vamos un lujo ir con ellos, además se responsabilizaban unos de otros como si fueran todos hermanos.
Lo malo que a veces eran tan inseparables que compartían pensamientos e ideas y claro en alguna ocasión se complementaron tanto que inundaron salones, vaciaron piscinas o se metieron vestidos en ella, pero claro ninguno era culpable sino solo parte de la idea.
Me ha gustado pasar así el verano, al final era cierto lo de divide y vencerás.