Aunque a groso modo podríamos decir que ya tenemos un hogar en lugar de una casa donde vivir, tengo un decorador en potencia en casa, (lo que se está perdiendo el mundo sin inmutarse) al que no dejan de ocurrírsele reformas, cambios, colores y mil y un detalles que consiguen que a cada paso que damos me retracte de pensar lo que decía en mi primera frase del post.
Hace poco os puse fotos de nuestro salón y muchos pensaríais, como yo, ¡andá, que mono ha quedado! Pero es que no enseñé el muro de la izquierda, estaba tan ansiosa por enseñar cómo estaba quedando que no esperé a verlo acabado. Ese lado, lleva un mueble de madera a medida pero camuflado en la pared a simple vista parece pladur, ya que estaba pintado del color amarillento que tenían las paredes de todo el salón.
Al decidir que nos gustaba más un tono neutro y moderno, no nos quedaba otra que repintar el mueble, así que manos a la obra.
Primero enmarcar la vitrina para no tener que desmontarla, vaciar todos los adornos y libros que ya habíamos colocado en la mudanza, a pesar de saber que tarde o temprano habría que retirarlos para pintar, lo de tener las cajas por el salón …
Luego pintar los huecos y después el resto del mural. Lo de cambiar el color al mueble bajo no camuflado a tono con el resto de mobiliario, lo dejamos para otro momento.
Mira que yo soy de las que todo lo veo bonito, salvo que me eche para atrás de primeras, pero he de reconocer, que el cambio le ha sentado muy bien a la imagen del salón. Está acorde con la decoración presente y al no tener un color definido también lo estará con la futura (seguro que mañana hay una idea nueva)